Los verdaderos acuerdos de La Habana.
Los
acuerdos contemplan intervenir estas vías en los municipios más afectados por
el conflicto.
Al hacer una
lectura detallada de los acuerdos de paz que se firmarán el próximo 26 de
septiembre entre el Gobierno colombiano y las Farc, se logra
concluir que la mayoría de los programas, proyectos instancias, instituciones o
iniciativas que se crearán serán, en un 90%, para beneficio de la sociedad y el
restante 10% para las Farc o los militares colombianos.
Esto resulta
ser algo paradójico, ya que, durante años, las encuestas y los medios de
comunicación se dedicaron a debatir únicamente sobre ese 10%, como son el tema
de participación política de las Farc o los relacionados con la justicia. Pero
nunca se preguntó sobre el tema de formalización de la tierra, o la seguridad
alimentaria para el campesinado colombiano e, incluso, nunca se indagó sobre
los temas de inversión en las zonas más afectadas por el conflicto.
Dentro de ese
90% de los acuerdos que beneficiarán a la sociedad valdría la pena mencionar
tres. El
primero tiene que ver con la creación del Plan Nacional de Vías Terciarias, que
son las vías que comunican las zonas rurales con la cabecera urbana de los
municipios. Es decir, son las vías por donde los campesinos sacan sus productos
para comercializarlos. En Colombia existen entre 140.000 y
170.000 kilómetros de vías terciarías, la mayoría se encuentran destruidas o
con intervenciones limitadas.
Los acuerdos
de La Habana contemplan intervenir estas vías en los municipios más afectados
por el conflicto, cerca de 300 de los 1.103 del país, lo cual podría abaratar
el transporte de alimentos en más de un 20%. Por cada kilómetro construido se
pueden emplear hasta 50 personas por un mes y medio, de tal forma que al
intervenir 50 kilómetros por municipio, con dos o tres equipos de 50 personas,
se podrían contratar más de 30.000 personas por más de un año.
Ello traería
una bonanza económica a estas zonas. Además, se podrían contratar las
comunidades rurales que viven de la coca, lo cual a su vez ayudaría a la
sustitución de cultivos de este tipo.
Otro de los
planes que se contempla en el Punto Agrario es la creación de un Plan Nacional
de Electrificación Rural. En buena parte de las zonas rurales del país, los campesinos no
cuentan con servicio de energía eléctrica, en la mayoría de los casos tienen
luz algunas horas al día o deben contar con plantas eléctricas, que funcionan
con combustible, el cual a su vez es bastante costoso en estas zonas, cerca de
3,5 dólares el galón.
Esto
significa que los campesinos no pueden almacenar alimentos o comidas por muchos
días, por ejemplo pescado, y cuando lo hacen el costo es alto, por lo que el
precio de los alimentos no es competitivo con aquellos que produce la región
andina del país. La electrificación rural traería una posibilidad para que
muchas zonas rurales pasen de una economía precaria de subsistencia a una economía
productiva de comercialización.
Otro de los
puntos fundamentales para sacar del atraso a miles de familias y regiones del
país tiene que ver con el Plan Nacional de Formalización Masiva. En el sur
oriente del país, principalmente, aunque casi en todo el territorio nacional,
muchos campesinos han vivido durante décadas en una parcela de tierra, pero no
tienen título de propiedad, es decir, tienen es una posesión.
Esto impide
que accedan a créditos o que puedan comercializar su propiedad e incluso impide
que algunas zonas rurales sean intervenidas con obras como vías o construcción
de distritos de riego. La formalización significa entregarles a los campesinos
escrituras, lo que a su vez es entregarles la propiedad privada que es
capitalismo, eso no es nada de socialismo o comunismo.
Ejemplos como
los anteriores hay decenas en los acuerdos de paz. El Gobierno nunca socializó
esto y fue el uribismo quien ágilmente colocó la discusión en dos temas. Tanto
el Gobierno como las Farc, y los medios de comunicación, cayeron en ese
sofisma. Pero el gran ganador con los acuerdos de paz será el pueblo
colombiano.
Esta
columna de opinión fue publicada en El país.com (España)
Ariel
Ávila | Especial para La Opinión
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