jueves, 28 de junio de 2018

Lecturas #12

Exteniente del Ejército es investigado por masacre paramilitar de Pueblo Bello


La Fiscalía General de la Nación impuso medida de aseguramiento en centro carcelario en contra del exteniente del Ejército Nacional Fabio Enrique Rincón Pulido, de 54 años de edad, como presunto responsable de homicidio múltiple agravado, desaparición forzada agravada, terrorismo y tortura.
La investigación está relacionada con la masacre de 43 personas en el corregimiento Pueblo Bello del municipio de Turbo, Urabá antioqueño, perpetrada por integrantes de la denominada Casa Castaño.
Los hechos investigados por un Fiscal de la Dirección Nacional Especializada contra la violación de Derechos Humanos ocurrieron la noche del 14 de enero de 1990, cuando un grupo denominado Los Tangueros al mando de Fidel Castaño Gil, irrumpió en el caserío y se llevó por la fuerza a las víctimas quienes fueron señaladas como colaboradoras de la guerrilla. Esa misma noche, los victimarios se dirigieron en tres camiones a la finca Las Tangas ubicada en el municipio de Valencia, Córdoba, de propiedad de los hermanos Castaño Gil, donde torturaron y asesinaron a todos los retenidos.
Los investigadores establecieron que el entonces teniente Rincón Pulido no solo habría levantó un retén militar para facilitar la acción criminal, sino que escoltó los vehículos utilizados para transportar a las víctimas. El puesto de control que estaba ubicado a la salida del municipio de San Pedro de Urabá fue desmontado de manera inexplicable la noche de la incursión paramilitar.
El oficial retirado fue capturado por servidores del Cuerpo Técnico de Investigación el pasado 20 de junio en el municipio de Chiquinquirá, Boyacá, y permanece recluido en una cárcel para miembros de la Fuerza Pública en la capital de la República. La investigación penal se adelanta bajo los parámetros de la Ley 600 del año 2000.
Tras varios años de búsqueda, la Fiscalía logró exhumar, identificar y entregar a sus familias los restos de Juan Roberto Mesa Serrano, Ricardo Manuel Bohórquez Pastrana, José Leonel Escobar Duarte, Jesús Ovidio Carmona Suárez, Andrés Manuel Pedraza Jiménez, Jorge Martínez, Manuel de Jesús Montes Martínez y el de un menor de edad identificado con las iniciales de J.E.B.O. Se desconoce el paradero de las demás.

Por la masacre de Pueblo Bello la Fiscalía General de la Nación ha obtenido 28 sentencias condenatorias, cuyas penas oscilan entre los 25 y los 60 años de prisión. Al proceso están vinculados siete militares.
Análisis Urbano.

Lecturas #11

La masacre que quiere esconder José Félix Lafaurie.

Aunque una de las banderas de la oposición de Lafaurie al proceso de paz es que las guerrillas son los mayores despojadores, lo cierto es que las sentencias dicen lo contrario.
Hace algunos días el presidente de FEDEGAN apareció en diferentes medios de comunicación negando que exista una persecución o masacre de líderes de restitución de tierra. De hecho me llamó mentiroso y citó una denuncia que hice sobre la existencia de varias estructuras armadas en algunas zonas del país que se hacían “llamar ejército anti-restitución”. Dijo que era falsa y que todo se trataba de una campaña negra contra los sectores del empresariado rural y particularmente contra algunos sectores ganaderos, que actualmente se encuentran denunciados por casos de despojo de tierras y asociación con grupos paramilitares.
Es bueno recordarle al señor Lafaurie cuatro datos.  El primero se refiere al análisis de las 1500 sentencias que hasta el momento se han dado en el marco del proceso de restitución de tierras. Que de por sí ha sido un fracaso. Después de varios años de aprobada la ley solo se han restituido algo menos del 2 % de la tierra despojada. Los datos muestran que fueron los grupos paramilitares los que más despojo y abandono de tierra causaron. Las sentencias dicen lo siguiente. 
Actor causante del Abandono.
Paramilitares: 40 %
Bacrimes: 5 %
Gerrilla: 16 %
Enfrentamientos: 33 %
Grupos No Definidos: 5 %
Ejército: 1 %
Autor causante del Despojo.
Paramilitares: 83 %
Bacrim: 3 %
Gerrilla: 9 %
Enfrentamientos:2 %
Grupos No Definidos: 3 %
Aunque una de las banderas de la oposición de Lafaurie al proceso de paz es que las guerrillas son los mayores despojadores, lo cierto es que las sentencias dicen lo contrario. Incluso las sentencias dan otro dato interesante. José Felix Lafaurie dice que los mayores afectados con el despojo y en general el conflicto armado fueron los ganaderos, lo cual es falso. Los datos que se muestran a continuación permiten ver como las víctimas del despojo y del abandono fueron los pequeños campesinos y no los ganaderos.   
Predios restituidos
Inferior a una hectárea. 21%
Entre una y 19 hectáreas. 55 %
Entre 10 y 50 hectáreas. 20 %
Entre 50 y 500 hectáreas. 3 %
Superior a 500 hectáreas. 1 %
No se desconoce el sufrimiento de los ganaderos en el conflicto armado, el secuestro los castigó de forma intensa, pero la gran mayoría de las seis millones de hectáreas despojadas en Colombia en el marco del conflicto armado  fueron arrebatadas a pequeños campesinos.
El tercer dato es que Lafourie niega la existencia de los ejércitos antirrestitución y dice que eso jamás existió. Nuevamente este señor miente. Los llamados “ejércitos anti restitución”, no son como tal ejércitos, así se hacen llamar, pero son estructuras sicariales de entre 15 y 30 personas que prestan servicios ilegales de seguridad privada o  las propias Bandas Criminales prestan estos servicios. Son contratados por lo que la ley llama “terceros de buena fe”, es decir, personas que están en el mundo de la legalidad, son empresarios rurales, ganaderos o políticos locales. Estas personas fueron las que en realidad se quedaron con la tierra despojada a campesinos y algunos ante el miedo de perderla prefieren asesinar a los reclamantes de tierras.
Este link deja ver cómo ha habido capturas de líderes de estas estructuras que se hacen llamar “ejército antirrestitución”. Además el propio gobierno ofreció recompensas por estas capturas.
Un cuarto dato es que en los últimos años, 68 líderes de restitución de tierras han sido asesinados. La gran mayoría de ellos en zonas donde han confluido empresarios, políticos y estructuras criminales. El siguiente mapa muestra los municipios donde han sido asesinados estos líderes.
La impunidad es inmensa en estos casos, las capturas son bajas y siempre se dice lo mismo, “son casos aislados”, pero la realidad es que alguien esta asesinando líderes sociales y de restitución de tierras.
Son sectores de las élites locales y regionales las que se van a oponer a proceso de paz. Estos sectores se quedaron con la mayoría de la tierra despojada, como el magistrado de la Corte Constitucional Pretelt quien está en líos jurídicos por dos finques de campesinos desplazados y que se adquirieron de forma dudosa, o el caso del Fondo Ganadero de Córdoba, o el caso de las empresas palmicultoras del Urabá. Es necesario que la justicia vaya más allá de los Otonieles, o sebastianes, o cuchillos y se concentre en los determinadores reales de estos hechos. Pero lo bien o mal que nos vaya en el postconflicto no va a depender directamente de los actores criminales sino de agentes supuestamente legales. 

ARIEL ÁVILA.

Lecturas #10

Salir con chicas que no leen/ Salir con chicas que leen
Traducción de Cristina Esguerra
Algunas razones para tener en mente al momento de escoger entre la chica del bar o la de la biblioteca, la del maquillaje corrido o la del morral repleto de libros.
Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada...
Algunas razones para tener en mente al momento de escoger entre la chica del bar o la de la biblioteca, la del maquillaje corrido o la del morral repleto de libros.

http://www.elmalpensante.com/articulo/1904/salir_con_chicas_que_no_leen_salir_con_chicas_que_leen


Lecturas #9


El proletariado de los dioses
Entre vapores de sudor y óxido, un gimnasio popular de Barranquilla –un Olimpo de barrio– es el escenario de la disputa diaria entre un montón de héroes líchigos y la ley de la gravedad.
José María Creonte es uno de los pesistas aficionados más extravagantes que conozco. Durante los entrenamientos usa una capa al estilo de los superhéroes, unos zapatos de suela gruesa (es de baja estatura), una camisilla de malla y una pañoleta en la cabeza. Cuando está fuera del gimnasio es un tipo tranquilo, formal y de hablar pausado. En el gimnasio se acelera, se torna infantil y eufórico. “¡Soy un monstruo!”, grita a cada momento alzando los hombros y abriendo los brazos como si no le cupieran los dorsales.
Me le acerco y le digo que quiero hacerle unas preguntas para un artículo sobre fisicoculturismo que estoy escribiendo. Me dice que tiene mucha hambre, que ya se han completado tres horas desde su última comida, que mejor lo acompañe a almorzar a su casa. Lo conozco desde que abrieron este gimnasio hace cinco años, pero no conversamos mucho. Nuestra amistad se limita a las paredes del gimnasio, a algunas bromas y a una mano cuando necesitamos ayuda con las pesas.

De camino a su casa, va conectado a un mp3 escuchando la misma música electrónica del gimnasio: una música repetitiva que parece hecha para los ejercicios. Su casa queda en un conjunto residencial cerca del gimnasio. Al llegar, le pido prestado el baño. Tiene un afiche de Arnold Schwarzenegger detrás de la puerta. Casi puedo ver a José María cagando y mirando el rostro estreñido de Arnold. En la mesa del comedor ya está servido su almuerzo: media libra de pollo y una montaña de arroz, acompañadas de un preparado multivitamínico. Delante de su plato hay una hilera de pastillas: varias píldoras de creatina (para ganar energía anaeróbica y tamaño muscular) y un par de tabletas de hydroxycut (le ayudan a quemar la grasa y a definir los músculos). Antes también consumía un producto para resaltar las venas, Nitrix, pero dejó de usarlo, porque comenzaron a darle dolores de cabeza.

Cuando José María recuerda su niñez o se mira en los álbumes familiares, siempre ve un niño quebradizo metido holgadamente en un disfraz de Superman. Aunque no fuera carnaval ni noche de brujas, él solía ir vestido como el hombre de acero con su capa roja ondeando en la espalda. Desde que su mejor amigo en la escuela se cayera de un árbol y se rompiera el cuello, aquella era su forma de sentirse seguro.

Gran parte de su vida ha transcurrido al lado de las pesas. Entre tanda y tanda de ejercicios aprendió a bailar, por ejemplo. Aprovechaba las pausas para que su compañero de pesas le enseñara salsa, merengue y vallenato. Una vez su papá entró al cuarto de los hierros y los descubrió en plena lección de baile. El viejo, moviendo la cabeza, farfulló:
“Ya decía yo que ese deporte te iba aflojar los muelles”.

José María estudió técnica metalúrgica y desde hace diez años supervisa el proceso de galvanizado en una fábrica de hierro. Sin que se lo pregunte, me explica que es un proceso mediante el cual se recubre un material con otro menos noble para mejorar sus propiedades. “Me parece curioso –le digo– que un material deba untarse de otro menos noble para mejorar. ¿No será eso lo mismo que pretendemos con las pesas?”.

Mira el reloj: en tres horas tiene que volver a comer otra ración de proteínas y carbohidratos. Como su horario de trabajo se extiende toda la tarde hasta la noche, mete otra pechuga y otra porción de arroz en un portacomidas, recarga un termo con más preparado y alista más pastillas en una cajita. Cuando vuelva del trabajo, se subirá a una máquina elíptica que reposa en su cuarto y hará cuarenta minutos de cardio. Antes de dormir, volverá a comer. Mañana se repetirá la jornada.

Mi horario también es muy rutinario. Todas las mañanas al levantarme, enciendo el computador y leo varios periódicos. Luego de desayunar, tomo notas y adelanto un poco. Dejo más o menos organizado lo que voy hacer en el día y me voy al gimnasio a hacer mis rutinas de ejercicios. Entreno poco más de una hora. Cuando no completo ese tiempo, me da remordimiento. José María dice que le pasa lo mismo con las dos horas sagradas que él le dedica. Es como si se tratara de un karma, coincidimos, así ha sido durante los veinte años que cada uno lleva alzando pesas.

Si tuviéramos que escoger un santo patrono, creo que sería Sísifo, ese griego condenado a subir sin cesar una roca a la cima de una montaña para volverla a soltar. Cuando Albert Camus lo definió una vez, de paso nos bautizó a todos los pesistas: el proletariado de los dioses.
Master Gym

El gimnasio es una vieja casa reacondicionada en un barrio popular. Encima de la persiana metálica de la entrada hay un aviso luminoso: Master Gym. Las cintas, elípticas y bicicletas estáticas están alineadas donde antes estaban la sala y el comedor; muchas no sirven. La casa se amplió a una parte del patio. Debajo de un techo de zinc y sobre un tapete de caucho agrietado, que cubre a duras penas el piso de cemento, se extienden las máquinas de musculación, la mayoría de ellas remendadas. Donde antes estaban las habitaciones derribaron las paredes y construyeron un solo salón para los aeróbicos. El garaje alberga el área de pesas libres, territorio prácticamente exclusivo de los hombres. A veces se asoman niños descalzos y sin camisa para reírse de las caras de sufrimiento que ponemos. Del otro lado de la calle hay un paradero donde se detienen buses repletos de pasajeros que se quedan mirándonos extrañados.

Casi todos los espejos del gimnasio están rotos. Las paredes se ven sucias y la pintura desconchada, sobre todo a una cuarta del piso, donde la gente tiende a recostar los discos de hierro. Hay calados en casi todas las paredes, que apenas alivian el calor abrasador. Unos cuantos afiches, amarillentos y cuarteados por el vapor y los sudores, adornan las paredes: uno de ellos siempre me ha llamado la atención. Es Sergio Oliva, apodado El Mito: el único latino que ha ganado Mister Olympia. Lo hizo en tres ocasiones consecutivas, de 1967 a 1969, y fue el único fisicoculturista en dejar a Arnold Schwarzenegger de segundo en el podio. Su cara mestiza podría ser la de cualquier parroquiano y eso de alguna forma alienta a más de un usuario del gimnasio.

En el salón de aeróbicos hay otros afiches: Shakira y Beyoncé. Varios carteles, manchados como si alguien se hubiera limpiado en ellos, advierten: “No limpiarse en las paredes. Demostremos nuestros buenos modales”. Otros pequeños carteles informan el horario y el precio irrisorio de la sesión: 1.500 pesos. Hay dos baños. El de mujeres se mantiene limpio, pero el de hombres parece de una cantina. A veces es tan acre el olor que desprende, que no se puede entrenar en sus alrededores.

José María compara el gimnasio con el taller de metalurgia de su empresa, donde solo a punta de golpes y altas temperaturas se forjan nuevas formas.


http://www.elmalpensante.com/articulo/1546/el_proletariado_de_los_dioses

Lecturas #8

¿Sátira o cinismo?
¿Qué pretenden las columnas de Daniel Samper Ospina?

 

A un lector escrupuloso podría resultarle inquietante que un hombre que se hubiera distinguido por su carrera como pornógrafo light apareciera, de repente, como voz de la opinión pública. Ese lector encontraría una contradicción en el hecho de que alguien dedicado a fomentar la explotación del cuerpo femenino (explotación que es estandarte de la traquetización en Colombia) escribiera semanalmente una columna en la que pretendiera sensibilizar a los lectores sobre las conductas irracionales de la sociedad nacional.
Pero en Colombia es raro encontrar lectores escrupulosos, y es usual, en cambio, ejercer actividades aparentemente incompatibles (para la muestra, los legisladores delincuentes). Por eso, a nadie parece sorprenderle que Daniel Samper Ospina, director de la revista SoHo (“Sólo para Hombres”), funja ahora también de columnista de opinión en Semana, una de las revistas más influyentes del país.
Samper podría decir que no ve contradicción; que con sus textos no pretende sensibilizar a nadie, ni ser la voz de la opinión pública, ni denunciar nada: sólo reírse. De hecho, si lo dijera, la mayoría de sus columnas lo corroborarían: en vez de crítica, hay en ellas vagos insultos, algunos dirigidos a nuestros impresentables gobernantes y otros a la oposición política, a la izquierda en su totalidad, a las mujeres que no se depilan, a los pobres, a la gente mal vestida, a los feos y a cualquiera que venga a mano para un chiste fácil.
Pero si Samper no quiere poner a sus lectores a pensar, si no quiere denunciar nada, si solo quiere hacer chistes chocantes, ¿entonces para qué escribe una columna de opinión? Quizás aspire a lucirse creyendo que transgrede con su iconoclasia moderada las mores de una sociedad parroquial.
En una entrevista publicada por El Tiempo, nuestro enfant terrible afirma que, siendo estudiante en el Gimnasio Moderno, se sintió “autorizado a disentir, a imprecar, a protestar, a increpar”. No sé muy bien en dónde ejerza tal vocación infantil. Me parece que sus columnas, en las que suele dejar en claro su posición social y menciona, sin que venga a cuento, a su papá, a su tía y a su esposa, son inequívocamente convencionales.
Tampoco me suena que en el Gimnasio Moderno, reputado colegio “Sólo para Hombres”, Samper haya aprendido a disentir. Creo, eso sí, que aprendió el humor que todavía usa: un humor flojo, de buena cepa bogotana, que no es distinto del que se lee en El Aguilucho o en cualquier otra publicación estudiantil de un plantel de élite: el humor del montador del curso que cuenta con que sus amigotes se reirán socarronamente de cualquier donaire que se le ocurra.
Para ser satírico, y no meramente un cínico, Samper tendría que dejar de usar el mismo criterio patriarcal, el mismo tono irrespetuoso, el mismo mal gusto y la misma superficialidad de la sociedad a la que quiere imprecar. Para ir más allá de la ridiculización, y hacer humor, tendría que dejar de alardear de su ignorancia (“el único yogui que me parece serio es el oso yogui”); tendría que dejar de recurrir al adjetivo “mamerto” para condenar a quien cometa la pesadez de tener conciencia social; tendría que entender que no es grotesco el “tapón mucoso” que sale del vientre de las mujeres al dar a luz, y que el juego de palabras “hoy hasta las toallas higiénicas tienen canales” no vale ni el papel en que está escrito; tendría que saber que al confundir en broma a María Isabel Urrutia, la campeona olímpica negra, con Paula Marcela Moreno, la ministra negra, lo único que está diciendo es que una negra es igual a otra. Y eso no es chistoso.
Pero, sobre todo, el columnista tendría que darse cuenta de que el buen sentido del humor, incluso el más ácido, se sustenta en la compasión. En Colombia, un país violento, excluyente e intolerante, a veces hilarante y muy rara vez humorístico, es peligroso que la parodia no esté bien definida. Hay que aprender que uno no puede, en nombre de una ironía mal entendida, coger a patadas a alguien y luego excusarse diciendo: “Es que estaba haciendo la parodia de una persona que coge a patadas a otra”.
Por más remoto que esto suene, es lo que hizo el enfant terrible en su columna sobre los desplazados que se manifestaron recientemente en el parque de la 93, donde escribe: “Traté de interceder y negociar directamente con alguno, porque finalmente un buen pobre no sobra y uno puede usarlo de distintos modos: para que vote por uno, por ejemplo, o para que trabaje sin prestaciones”.
Por cierto, he oído decir que Samper se jacta de no pagarles a las modelos que salen desnudas en las carátulas de SoHo. Me niego a creer que un prestigioso columnista deSemana explote a sus trabajadoras. Si ha permitido que las modelos posen gratis, seguramente es que estaba tratando de hacer un chiste: algo así como la parodia de un proxeneta.

http://www.elmalpensante.com/articulo/283/satira_o_cinismo

Lecturas #7


Consejos de amor que aprendí de la política

En Colombia las carreteras no tienen nada que envidiar a las de Alemania y Suiza, como bien dijo Santos. Y en las nuestras, agrego yo, hay más sucursales del parador suizo que en la propia Lucerna.
Interrumpí la lectura del último análisis de las elecciones porque mi sobrino me llamó desconsolado por una pena sentimental. Tiene apenas 20 años, pero se entrega en el amor como Duque se le entrega a Uribe: hasta perder la dignidad. Y a cambio recibe el mismo trato que Fajardo le dio a De la Calle a comienzos de estas elecciones: un cariñoso desdén, cargado más de compasión que de deseo, que sin querer lo humilla.
Esta semana, entonces, me llamó porque andaba al borde de la depresión. Se enamoró de una compañera de universidad que ya tenía novio.
–Evita los líos de faldas –le advertí preocupado–; son la primera causa de muertes violentas en el país.
–¿Pero qué hago si es la que me gusta?
–No seas terco –le dije–: renuncia a tus pretensiones, como Viviane.
–¿Quién?
–Viviane: la candidata que renunció porque nadie la reconocía.
–No sé quién es.
–Por eso; pero oye mi consejo –le advertí–: sé feliz con lo que hay.
Y no me faltaba razón, porque, por lo demás, no es poco lo que hay. Colombia es uno de los mejores vivideros de la Tierra. Las carreteras no tienen nada que envidiar a las de Alemania y Suiza, como bien dijo Santos, y en las nuestras, agrego yo, existen más sucursales del Parador Suizo que en las de la propia Lucerna. Y la violencia por motivos políticos cesó hace años; hay, sí, uno que otro crimen pasional, generalmente contra líderes sociales, porque suelen ser muy enamoradizos: casi tan enamoradizos como los testigos que se enredan en casos contra el doctor Uribe. La semana pasada, por ejemplo, el fiscal general afirmó que el asesinato del famoso testigo Areiza pudo haber sido producto de un lío de faldas. Urge entonces prohibir el uso de la falda, o al menos decretarla como prenda de uso privativo de diplomáticos escoceses o de Lolo Sudarski en sus fiestas de pareos: si la medida de prohibir a los parrilleros ha funcionado, obligar por decreto a que las mujeres vistan bluyines mejoraría los índices de seguridad, y libraría de muertes violentas a líderes sociales y a testigos incómodos.
A líderes sociales, a testigos incómodos, y, claro, a mi pobre sobrino, agobiado en su traga como Vargas Lleras por las encuestas.
–Y lo peor –me dijo– es que me confesó que sí le gustaría cuadrarse conmigo, pero que le da miedo…
Qué triste, pensé. Le relación de esta niña con su actual novio debe ser como la de De la Calle con Gaviria: le tiene pánico. Está con él por miedo.
Asesorar a mi sobrino en asuntos sentimentales no solo era mi obligación familiar, sino un mecanismo para aplicar a la vida cotidiana los conocimientos que me dejó esta época electoral. De modo que lo intenté.
–Invítala a un café, como hizo De la Calle con Fajardo –le sugerí.
–¿Y eso sí funciona? 
–Pues no –reconocí–: de golpe mejor a una cerveza.
–No tiene sentido –me dijo–: ni siquiera creo que se atreva a salir conmigo… 
–Qué va –lo animé–: no creas en las encuestas.
–Seguro ya nada se puede hacer…
–Ten esperanza: #SePuede…
Conocía ese sentimiento de derrota anticipada porque soy hincha de Santa Fe y milité en la ola verde. Pero no era momento para dudas. Necesitaba animarlo para que hiciera una campaña de conquista alegre: que le regalara a la susodicha, si no flores, al menos aguacates; que se echara en el bolsillo a la futura suegra, como si fuera la mamá de Claudia Gurisatti; que la exhortara al cambio, en fin: que fuera el Petro del cortejo.
–Bueno, supongamos que me la llevo de paseo…
–Te la llevas a tierra caliente, te la llevas a Cúcuta…
–Me la llevo a Cúcuta, sí: ¿y qué hago ahí?
–Pues esperas el papayazo y confías en la maquinaria, como Vargas Lleras…
Pero el hombre se ponía melancólico.
–¿Y si no la merezco? –suspiró.
–¡Esto no es de merecimientos! –lo zarandeé–. ¡De lo contrario, Duque no estaría aspirando a la Presidencia!
Me encargué entonces de demostrarle que la podía conquistar, yo, que en las historias de amor de mi juventud siempre fui el Juan Carlos Pinzón de las fiestas, casi un margen de error.
Este muchacho, pensé para mis adentros, está a punto de cometer una locura. En cualquier momento se amarra una piola y se lanza al Magdalena, como amenazó con hacerlo Uribe: ¿de verdad Uribe se piensa suicidar si lo olvidamos? ¿Quiere convertirse en su propio lío de faldas? ¿Ese era el famoso plan para atentar en su contra? ¿Esa es la paz de Santos?
Recopilé entonces algunos consejos que aprendí de mi observación al político criollo, y se los redacté a mi sobrino en una esquela, a modo de terapia: si tiene aval de Cambio Radical, déjala ir, si vuelve a ti, es tuya; si no vuelve, nunca lo fue. El recuerdo es al amor, lo que Odebrecht a Santos: cuando crees que ya lo superaste, reaparece para atormentarte. Del amor al odio hay un aval. La mujer es como los votos de opinión en Vargas Lleras: cuanto más esquiva, más valiosa. El amor es ciego, y en eso se parece a los candidatos de centro.
Pasé por su casa para entregarle mis consejos, pero había salido de fiesta. El sufrimiento le duró apenas dos semanas. Al parecer, conquistó a otra novia. Ojalá se vista de bluyines, para evitar líos de faldas.

 Daniel Samper Ospina.

 


Lecturas #6

Ariel Ávila

 

¿Venezuelización o Guajirización?

 

Todo parece indicar que los colombianos no van a salir a votar por un programa político o un proyecto de nación, más bien, algunas campañas políticas entendieron que es mejor sacar a la gente a votar con miedo. Son decenas las cadenas de WhatsApp que indican que es mejor engañar al elector con discursos absurdos que discutir los problemas centrales del país.

Uno de los recursos más utilizados por estas campañas es que Colombia se va a convertir en una Venezuela, y que se deben buscar candidatos que impidan esto. Para expertos en todas las materias, una afirmación como esta causa risa y quien lo diga en círculos intelectuales es objeto de burla. Pero desafortunadamente hay gente que lo cree. Lo cierto es que en Colombia no existen las condiciones políticas, sociales o económicas que permitan pensar esto.

La campaña política que ha liderado esta propaganda del miedo es la de Cambio Radical y  la del Centro Democrático, sobre esta última escribiré en la próxima columna. Cambio, se presenta como la única alternativa a la venezuelización de Colombia. Pero luego de analizar el comportamiento de Cambio Radical en la frontera entre Colombia y Venezuela mi miedo es que Cambio Radical por protegernos de la venezuelización nos lleve a ser como La Guajira.

Cambio Radical fue durante mucho tiempo el partido político que soportó la estructura política y criminal de Kiko Gómez. Juan Francisco Gómez Cerchar fue gobernador de La Guajira y fue condenado por homicidio, además tuvo relación con el narcotraficante Marcos Figueroa. De hecho, esta alianza fue la que posibilitó que ganara la Gobernación en 2011. Luego, Kiko dejó como heredera política a Oneida Pinto, quien fue apoyada por las principales figuras del partido Cambio Radical. Esta estructura política literalmente saqueó el departamento, fue increíble todo lo que se robaron, un departamento en el que han muerto centenares de niños por desnutrición y sed. Vamos a dar algunos ejemplos.

En el municipio de Albania se construyó el Parque de la Princesa Negra, hecho por la exalcaldesa de Albania y la exgobernadora de La Guajira inhabilitada Oneida Pinto. Tuvo un costo aproximado de 12.000 millones de pesos. Sin embargo, se investigan abiertos sobrecostos. De hecho, Pinto, actualmente está en un proceso por falencias halladas en un contrato por 18.600 millones de pesos, el cual celebró días antes de renunciar a la Alcaldía del municipio de Albania para postularse como candidata en las elecciones para la Gobernación. Igualmente, antes de su destitución Pinto se aseguró de desfalcar el departamento.

El problema en La Guajira no es de abandono estatal como se ha hecho creer, sino de corrupción. La Guajira es uno de los departamentos que más se beneficia del sistema de regalías. Entre 2012 y 2014 manejó 678.225 millones de pesos bajo esta figura. En el caso de la partida de presupuesto general que destinó para 2016, el monto ascendió a 415.000 millones de pesos para una población de 957.797 habitantes. Sin embargo, la gente muere de hambre y sed. Allá todas las entidades se reparten entre políticos. Alfredo Deluque aspira a ser reelegido por el Partido de la U a la Cámara de Representantes y continua en la mira de las autoridades por el manejo político de las regionales del ICBF.

Incluso, en la campaña de Oneida Pinto se utilizaron tanques de agua como mecanismo de presión política para garantizar el voto de la población, tal cual como se ve en la siguiente foto.

Pero además Oneida Pinto no solo recibió el apoyo de Kiko Gómez, sino que también fue respaldada por el confeso narcotraficante Gervasio Valdeblánquez. Gervasio fue miembro del Cartel de Medellín, responsable del asesinato de Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara. Valdeblánquez fue jefe de la sección Guajira, y era trabajador directo de Gonzalo Rodríguez Gacha. A continuación las fotos de Oneida y Gervasio.
Pero lo más increíble es que hay políticos como Rodrigo Lara (hijo), actualmente cabeza de lista de Cambio Radical para el Senado, que se prestan para todo. Lara fue capaz de hacer campaña por Pinto, a pesar de estar apoyada por personas que pertenecieron al Cartel de Medellín, el mismo grupo que asesinó a su padre. A continuación se pueden ver las fotos.

Pero para la actual lista de Cambio Radical tampoco hubo principio ético alguno, allí está el Clan de la Parapolítica de los Aguilar, los García Romero, cuyo jefe político está condenado por la masacre de Macayepo, también esta una de las mujeres más cercanas a la Gata. En fin de todo hay. Así que con Cambio Radical mínimo podríamos terminar, no como Venezuela sino, como La Guajira.

Lecturas #5


Los verdaderos acuerdos de La Habana.

Los acuerdos contemplan intervenir estas vías en los municipios más afectados por el conflicto.
Al hacer una lectura detallada de los acuerdos de paz que se firmarán el próximo 26 de septiembre entre el Gobierno colombiano y las Farc, se logra concluir que la mayoría de los programas, proyectos instancias, instituciones o iniciativas que se crearán serán, en un 90%, para beneficio de la sociedad y el restante 10% para las Farc o los militares colombianos.
Esto resulta ser algo paradójico, ya que, durante años, las encuestas y los medios de comunicación se dedicaron a debatir únicamente sobre ese 10%, como son el tema de participación política de las Farc o los relacionados con la justicia. Pero nunca se preguntó sobre el tema de formalización de la tierra, o la seguridad alimentaria para el campesinado colombiano e, incluso, nunca se indagó sobre los temas de inversión en las zonas más afectadas por el conflicto.
Dentro de ese 90% de los acuerdos que beneficiarán a la sociedad valdría la pena mencionar tres. El primero tiene que ver con la creación del Plan Nacional de Vías Terciarias, que son las vías que comunican las zonas rurales con la cabecera urbana de los municipios. Es decir, son las vías por donde los campesinos sacan sus productos para comercializarlos. En Colombia existen entre 140.000 y 170.000 kilómetros de vías terciarías, la mayoría se encuentran destruidas o con intervenciones limitadas. 
Los acuerdos de La Habana contemplan intervenir estas vías en los municipios más afectados por el conflicto, cerca de 300 de los 1.103 del país, lo cual podría abaratar el transporte de alimentos en más de un 20%. Por cada kilómetro construido se pueden emplear hasta 50 personas por un mes y medio, de tal forma que al intervenir 50 kilómetros por municipio, con dos o tres equipos de 50 personas, se podrían contratar más de 30.000 personas por más de un año. 
Ello traería una bonanza económica a estas zonas. Además, se podrían contratar las comunidades rurales que viven de la coca, lo cual a su vez ayudaría a la sustitución de cultivos de este tipo.
Otro de los planes que se contempla en el Punto Agrario es la creación de un Plan Nacional de Electrificación Rural. En buena parte de las zonas rurales del país, los campesinos no cuentan con servicio de energía eléctrica, en la mayoría de los casos tienen luz algunas horas al día o deben contar con plantas eléctricas, que funcionan con combustible, el cual a su vez es bastante costoso en estas zonas, cerca de 3,5 dólares el galón. 
Esto significa que los campesinos no pueden almacenar alimentos o comidas por muchos días, por ejemplo pescado, y cuando lo hacen el costo es alto, por lo que el precio de los alimentos no es competitivo con aquellos que produce la región andina del país. La electrificación rural traería una posibilidad para que muchas zonas rurales pasen de una economía precaria de subsistencia a una economía productiva de comercialización.
Otro de los puntos fundamentales para sacar del atraso a miles de familias y regiones del país tiene que ver con el Plan Nacional de Formalización Masiva. En el sur oriente del país, principalmente, aunque casi en todo el territorio nacional, muchos campesinos han vivido durante décadas en una parcela de tierra, pero no tienen título de propiedad, es decir, tienen es una posesión. 
Esto impide que accedan a créditos o que puedan comercializar su propiedad e incluso impide que algunas zonas rurales sean intervenidas con obras como vías o construcción de distritos de riego. La formalización significa entregarles a los campesinos escrituras, lo que a su vez es entregarles la propiedad privada que es capitalismo, eso no es nada de socialismo o comunismo.
Ejemplos como los anteriores hay decenas en los acuerdos de paz. El Gobierno nunca socializó esto y fue el uribismo quien ágilmente colocó la discusión en dos temas. Tanto el Gobierno como las Farc, y los medios de comunicación, cayeron en ese sofisma. Pero el gran ganador con los acuerdos de paz será el pueblo colombiano.
Esta columna de opinión fue publicada en El país.com (España)
Ariel Ávila | Especial para La Opinión

miércoles, 27 de junio de 2018

Lecturas #4


DURO ATAQUE DE ORIANA FALLACI CONTRA EL ISLAM

 

La célebre periodista italiana Oriana Fallaci declará la guerra sin tregua al islam y al multiculturalismo en su nuevo libro La fuerza de la razón, en el que acusa a Europa de ser débil ante la invasión musulmana .
Por: REDACCION EL TIEMPO

15 de abril 2004 , 12:00 a.m.
http://www.eltiempo.com/bundles/eltiempocms/images/el-tiempo/logo-el-tiempo-azul.jpg?1528398261
La célebre periodista italiana Oriana Fallaci declaraá la guerra sin tregua al islam y al multiculturalismo en su nuevo libro La fuerza de la razón, en el que acusa a Europa de ser débil ante "la invasión musulmana".
En su nuevo libro, lanzado con gran despliegue el pasado 5 de abril, la periodista vuelve a sembrar la polémica y a atacar a las instituciones internacionales, como Naciones Unidas y la Unión Europea, además de a la Iglesia Católica, por su pasividad ante "la guerra que los hijos de Alá han declarado a Occidente".
La escritora, que vendió hace dos años con La rabia y el orgullo más de un millón de ejemplares, reconoce que vuelve a tratar el tema porque "la rabia no se ha calmado, al contrario se ha transformado en indignación".
Editado por Rizzoli, que programó una tirada especial, mantenida en secreto, e impuso el sigilo absoluto antes de salir a la venta, el libro está dedicado a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid.
Fallaci, que no concede entrevistas, ni participa en debates televisivos ni responde a sus críticos en la prensa, mantiene largos silencios que suele romper para pronunciarse sobre temas controvertidos, como el apoyo incondicional dado a la guerra contra Irak de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La conocida periodista, defensora a ultranza de George W. Bush tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, ha sido duramente criticada yá denunciada por sus posiciones políticas y por el "odio racial" que subyace en algunos de sus escritos.
"La Rabia y el orgullo se casaron y han dado a luz un hijo robusto: la Indignación. Y la Indignación aumentó la reflexión, fortaleció la razón", escribe Fallaci en el prólogo.
La escritora, de 73 años, enferma de cáncer, residente desde hace muchos años en Nueva York y famosa corresponsal de guerra en los años 60, fustiga la llamada "Arabia" (Europa más Arabia), un continente que se está convirtiendo "en una provincia del islam, una colonia del islam".
Según su análisis, la creciente inmigración proveniente de los países árabes obedece a una estrategia, concebida por los ideólogos musulmanes, que piden además el reconocimiento de su "diversidad" para valorizar y consolidará su influencia religiosa y cultural en todo el Viejo Continente.
La autora, que en 300 páginas cita autores medievales y textos de humanistas, critica también a los pacifistas, la concesión del voto a los inmigrantes y sobre todo a la Iglesia y el cristianismo, "que serán fagocitados por el islam, que convertirá a Jesucristo en un hijo degenerado, un profeta de segunda clase".
Con sus posiciones, la autora se ganó la simpatía de los xenófobos de la Liga Norte, el incómodo partido de la coalición gubernamental de centro derecha liderada por Silvio Berlusconi, que organizó lecturas públicas del libro y la eligió como símbolo de la persona que se rebela al "pensamiento único".
"Pensar que existe un islam bueno y otro islam malo es irracional", escribió la periodista, quien define su libro como "otra herejía".